jueves, 2 de abril de 2009


Creo que nunca debí intrometerme en tus papeles, fue un gran error descubrir que tu diario de vida yacía ahí. No me costó leer, me costó respirar, me costó relajarme, me costó todo; tus palabras tocaron lo infinito, sin saber que soy un tonto que simplemente adora el cine. Me siento culpable de esto y lo otro, siento que no fui nadie, no, soy alguien.
Soy alguien como tú, como él, como vosotros. P-O-R-qué.
Logré captar que tus palabras no volaban en toda dirección, tenia un destino, el viento fue capaz de disolverse y traicionar el viaje de tu tinta, de tu letra.
No debí escribir todo lo que redacté anteriormente en este lugar, el lugar de los viajes vuelos infinotas caídas del cuerpo interior y la mente.

Todo fue y será como antes, nada más de lo hablado, de lo mencionado, nada más, simplemente emprenderemos todos nuestros planes, ese viaje a París, al Espacio, a los colores, al cerebro.

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